En Colombia la corporación centro carismático “El Minuto De Dios” lleva 50 años promoviendo el evangelio en diferentes formas radio, folletos, devocionales, libros, televisión y hoy por hoy internet, logrando así mayor cobertura y facilitando a cualquier persona escuchar o ver los mensajes religiosos y de tanta enseñanza como el santo rosario, la Eucaristía, la Palabra, entre otros programas.
Alberto Linero Gómez, Padre Eudista y autor de “El Man está Vivo” también tiene su espacio llamado “Conversando con el padre Alberto Linero”. Es un programa de apoyo de la vida misma donde se escuchan los problemas y dudas de la gente y ha llegado a muchos seguidores de una manera divertida y entretenida pero con mucha sabiduría.
Uno de los temas que me cautivan y que quiero compartir con ustedes es el deseo de ser felices en sus relaciones de parejas y a continuación les presento uno de sus valiosos aportes al respecto:
“Hoy quiero compartir con ustedes una reflexión que publiqué anteriormente y que creo nos ayuda a comprender bien en que términos tenemos que establecer nuestras relaciones afectivas.
“Tu salvación quieres que sea yo, pero yo no puedo, porque tu amor me causa dolor y dolor no quiero…” grita Poncho Zuleta en uno de su vallenatos, quedando claro que cuando nos decidimos a amar no buscamos dolor sino felicidad. He presenciado muchos matrimonios, unos duran hasta hoy, otros se acabaron sin comenzar pero en lo que todos si han sido iguales es en la cara de felicidad que tenían las parejas al momento de recibir la bendición de Dios a través de este servidor. Nunca me ha tocado –ni siquiera en los matrimonios que duraron tan poco- una pareja con cara de “mártires” y de “cordero llevado al matadero”. Siempre es gente que cree que está dando el paso que los lleva a la plenitud y a la alegría total, que la vida compartida, los egoísmos, las faltas de sacrificio, la insolidaridad y la incapacidad de comprensión les muestren después que se están equivocando es otra cosa. Esto lo planteo porque quiero dejar claro que el dolor y la infelicidad no son compatibles con el matrimonio. No estoy diciendo que no se sufra en las relaciones de amor, negarlo sería como negar nuestra propia débil condición. Ni tampoco estoy diciendo que en las relaciones de pareja todo tiene que ser “color de rosa” para que sean felices. Lo que estoy diciendo es que si la vida matrimonial se volvió un infierno es porque ésta está pidiendo su final. Ya que la razón de ser de ella es la felicidad. Lo que sucede es que le tenemos miedo a la felicidad y nos hemos acostumbrado a vivir infelices, hasta le hemos dado un valor teológico a no vivir felices. No. Hemos sido creados para la felicidad, Jesús murió en la cruz para que seamos felices y el Espíritu Santo nos llena de su poder diariamente para que podamos obrar felizmente. El espacio del amor tiene que ser vivido con la ilusión y la convicción de que es para que seamos plenos y podamos gozarnos la vida. Tenemos un compromiso con la felicidad. Tenemos que luchar por vivirla por hacerla nuestra, por aprender su “manera” de vivir. Ese compromiso tiene que quedar expresado en las relaciones de pareja que tenemos.
La verdad es que muchos parecen comprometidos con el dolor y el sufrimiento, parece que lucharan por ser cada día más infelices y hacer más infelices a todos los que están a su alrededor. Algunas relaciones de pareja son una auténtica lucha por lograr vivir en el infierno del dolor, del sufrimiento, del desprecio. Se esfuerzan tanto que lo logran. ¿Cómo lo logran? Se esfuerzan por comunicarse mal, no hay buenas relaciones sexuales, hay desprecio por lo que el otro hace, no hay esfuerzo en comprenderse, se soslaya cualquier intento de sacrificio y de compromiso, infidelidades, mentiras, competencias económicas. El resultado es un infierno que los hace arder y creer que eso es lo mejor. Estoy seguro que una pareja que dice amarse tiene que hacer todo lo contrario tiene que buscar la felicidad, la felicidad del otro y la mía. Y coloco primero la del otro porque creo que esa es la prioridad. Cuando dos que están casados se esfuerzan, igualmente, porque el otro sea feliz logran ser felices los dos. (es como obvia, la vaina). Pero cuando los dos se trenzan en la lucha por cada uno ser feliz sin importar el otro, como que consiguen lo contrario. Los matrimonios son para hacer felices a sus miembros y para ello tienen que tener una buena comunicación, en la que se sepa hablar y se sepa escuchar, en la que cada uno tenga espacios para compartir sus sentimientos sin miedo a ser juzgado y pueda abrir su alma sabiendo que el otro la va a valorar y va abrir espacios de comprensión para ella. Tiene que haber unas relaciones genitales fruto de una sexualidad sana, donde cada uno se sienta amado, valorado, respetado y sobre todo donde el placer se haga presente no como un imposición ni como el fruto de una sudada física solamente sino como el ejercicio más pleno de comunicación, de aceptación y de vivir para el otro. El otro tiene que ser descubierto, conocido y valorado como alguien importante, como alguien que aporta a mi vida algo que nadie màs podría aportar y por eso merece mi total exclusividad y amor, por eso no le soy infiel, porque no creo que eso me lo pueda dar nadie más. Se asume que para poder vivir con otro hay que comprometerse con él, hay que sacrificar muchas cosas poco importantes y hay que estar dispuesto a dar la vida por el otro.
Estoy convencido que tù que me lees tienes que hacer el mejor esfuerzo por ser màs feliz en tu relación de pareja, esa es la tarea principal. Si eso no se puede es mejor no tener esa relación. Vivir para sufrir, llorar y no ser feliz no vale la pena, la vida es para vivirla en felicidad. Recuerdo al Señor: He venido para que tengan vida y vida en abundancia (Juan 10,10), por eso prefiero seguir gritando a todo pulmòn como Poncho: “Tu salvación quieres que sea yo, pero yo no puedo, porque tu amor me causa dolor y dolor no quiero…”
Te bendigo y te deseo lo mejor. (Escrito por Padre Linero)”
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